El primer año del cambio
Este martes se cumple un año de gestión del gobernador Claudio Poggi, Parece lejano aquel 10 de diciembre de 2023, cuando fue investido en la Legislatura provincial y dio su primer discurso, en el que describió las políticas fundamentales que iba a llevar a cabo. Sabía que se encontraba con un panorama desolador, pero la realidad demostró ser todavía más dura.
En ese momento el pueblo de San Luis comenzó a escuchar una palabra que se repetiría también en los hechos: “austeridad”. También planteó lineamientos básicos de lo que iba a ser su política en materia de Salud, de Seguridad, de Educación, de apoyo irrestricto a las infancias, de protagonismo del sector privado ante un Estado desbordado e ineficiente como el que recibió, en cuestiones deportivas, jurídicas, políticas y, finalmente, uno de los ejes clave que habían marcado su primera gestión y que volvería con fuerza, como es la construcción de viviendas, que ya se comenzaron a levantar por todo San Luis.
Recibió un gobierno sin gestión, sin la posibilidad de hacer una transición ordenada, sin datos. Como bien dijo entonces, “no estamos en la lona, estamos debajo de la lona”. Pero nunca abandonó el tono optimista, por eso siempre completó esa frase con otra: “Pero vamos a salir juntos”.
Un año después, San Luis comenzó a alejarse del abismo a partir de una premisa fundamental que Poggi respetó a rajatabla: mostrar cercanía con el vecino, escuchar, tomar las sugerencias, conocer los problemas de primera mano, poner el hombro, no hacer un gobierno ‘de oficina’, sino uno de acción, yendo a enfrentar los problemas y siendo resolutivo a la hora de solucionarlos.
No dudó en salir en colectivo a recorrer cada pueblo y cada paraje, hasta sumar 60 mil kilómetros solo con las giras institucionales, lo que equivale a 6 viajes ida y vuelta entre Ushuaia y La Quiaca. A eso hay que sumarles las visitas a empresas para respaldar al sector privado, a colegios, a actos de colación y a cuanto evento lo invitaran, porque siempre accedió gustoso y recibió el cariño de la población.
Los cuatro ejes principales de gestión quedaron claros de entrada. La reconstrucción del tejido social fue una prioridad, luego de años de despilfarro y clientelismo. Abrió centros de Desarrollo Infantil para que los menores de 3 años estén contenidos.
Aquí talla fuerte la educación, que los niños vayan al colegio sin pensar en el estómago y que se puedan concentrar en clase. Habiendo recibido el gobierno con 7 de cada 10 chicos en la pobreza, instauró el PANE, un plan alimentario que ya cubre el desayuno y/o merienda del 100% de los estudiantes y brindando el almuerzo al 50% de la matricula escolar.
También decidió adelantar la escolarización con la apertura de 65 salas de 3 años, más del doble de las que existían en el nivel Inicial. Se comenzó a trabajar en la transición del secundario a la universidad, buscando evitar el desgranamiento del primer año en el ciclo superior. Por último, volvió con la Beca al Mérito, para alentar al esfuerzo y la dedicación.
Muy relacionada con este tema está la lucha contra la inseguridad y las drogas, que habían penetrado todas las capas sociales, pero más las vulnerables, desprovistas de trabajo y de contención hasta diciembre pasado.
Llegó Gendarmería a San Luis para controlar las rutas y ayudar contra la inseguridad, comenzaron a verse los frutos con redadas antidrogas y el desmantelamiento de bandas delictivas. “Quiero que los vecinos vuelvan a tomar mate en la puerta”, repitió Poggi una y otra vez, en un claro mensaje para acabar con el delito y recuperar la paz social.
También le devolvió a la Policía y al Servicio Penitenciario la jerarquía perdida y mostró su fuerte respaldo ante cada intervención, siempre dentro de los límites de la ley. Y lo más importante, les dejó el mismo mensaje que al resto de los sectores que hacen a un Estado fuerte: se acabó la “politiquería” en las instituciones.
En cuanto al sector privado, su apoyo fue irrestricto a través de créditos blandos, asesoramiento, capacitaciones y visitas para recorrer fábricas y emprendimientos, conocer sus realidades y poner a disposición todas las herramientas con las que cuenta el Gobierno para que puedan dar trabajo genuino y atraer nuevas inversiones. A esto debe sumarse que se recorrió la provincia realizando foros y mesas sectoriales para escuchar al sector productivo y de servicios.
El emprendedurismo volvió a ser una política de estado. La segunda edición del plan ‘Mi Próximo Paso’ y el lanzamiento de ‘Mi Primer Emprendimiento’, con etapas de capacitación y formación, más el acceso a créditos de fomento, pone en marcha nuevamente un ecosistema productivo que había sido deliberadamente adormecido durante los últimos ocho años.
El fortalecimiento institucional fue la cuarta política en la que se puso mucho énfasis. Se democratizó el acceso universal al Boletín Oficial, publicándose en formato digital y terminando con la mora de seis meses, que arrastraba de la gestión anterior. Se propuso y se logró la aprobación de la Legislatura de una modificación del sistema electoral para terminar con la nociva Ley de Lemas e instalar la Boleta Única Papel.
El Pueblo Ranquel recuperó la autonomía y el manejo de sus tierras, la flamante secretaría de Ética Pública comenzó a hacer presentaciones judiciales contra quienes habían desfondado el Estado y ya nadie tuvo miedo de denunciar, porque se acabaron las represalias y los comisarios políticos.
El fortalecimiento alcanzó a las ONG, que recibieron ayuda para regularizarse y ahora disfrutan de subsidios para mejorar, al tiempo que sus directivos aprendieron cómo manejarse dentro de los reglamentos.