“Hay que ratificar la fuerza de quienes declararon la independencia”
Eran sólo doce manzanas, además de las torres de cuatro iglesias y las del Cabildo. Por ese manojo de calles que conformaban San Miguel de Tucumán, por el centro que se poblaba de carretas recién al mediodía, entre vendedores ambulantes que iban y venían por tiendas y pulperías, atravesados por el sabor del azúcar de caña, por el mate tibio, por alguna que otra zamba, una treintena de hombres provenientes de distintas ciudades de lo que hoy podemos llamar la Argentina llegaron hasta la casa de doña Francisca Bazán de Laguna, en la Calle del Rey número 151, para declarar la independencia.
Era el martes 9 de julio de 1816. Habían pasado poco más de seis años desde que la Revolución de Mayo encendiera la chispa criolla de la libertad, la fraternidad y la igualdad. Hacía poco más de uno que el Congreso de los Pueblos Libres, liderado por Artigas, había declarado la independencia “de todo poder extranjero” y se había dado una organización federal. Hacía casi el mismo tiempo que Napoleón había sido derrotado en Waterloo, iniciándose en toda Europa una restauración monárquica bajo los principios del absolutismo.
Era el Congreso de Tucumán conovocado por el “Estatuto de 1815”. El Congreso que había iniciado sus sesiones el 24 de marzo de 1816 bajo la presidencia de Pedro Medrano, con dos secretarios: Juan José Paso y José Mariano Serrano. Era el Congreso que sesionaría en dos ciudades distintas, tan diferentes como dos países había: San Miguel de Tucumán, desde el 24 de marzo de 1816 al 16 de enero de 1817; y Buenos Aires, entre el 12 de mayo de 1817 y el 11 de febrero de 1820.
Era el 9 de julio de 1916 un día soleado cuando, a las dos de la tarde, los diputados comenzaron a sesionar. “A pedido del diputado por Jujuy, Teodoro Sánchez de Bustamante, se trató el «proyecto de deliberación sobre la libertad e independencia del país». Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida, el secretario Juan José Paso preguntó a los congresales «si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli». Todos los diputados aprobaron por aclamación la propuesta”, relata el historiador Felipe Pigna en la pubicación virtual “El Historiador”.
Es el historiador y ensayista Norberto Galasso, uno de los más destacados del revisionismo argentino, quien en diálogo con Télam repasa lo que efectivamente ocurrió el 9 de julio, el papel de Belgrano y su propuesta de monarquía incaica, el rol de Buenos Aires, la figura de Artigas, la apuesta de San Martín y de qué manera todo lo que sucedió aquel día aún reververa en el presente.
-Galasso, la derrota de Napoleón en junio de 1815 impulsó una restauración monárquica en Europa que jaqueaba los procesos liberadores que se estaban desarrollando en América desde unos años antes ¿Cómo influyó esto en los patriotas?
-Hay una carta de Gervasio Posada, Director Supremo de la Provincias Unidas del Río de la Plata, a San Martín, donde le dice que Napoleón con su derrota “nos ha puesto los cuernos del toro” y que es necesario adoptar una política distinta. La vuelta de Fernando VII al poder en España con una locura monárquica derechista recalcitrante, contraria a la posición que él mismo había tenido entre 1808 y 1810 cuando había disentido con su propio padre y se había manifestado proclive a los ideales de la Revolución Francesa, significaba el restablecimiento de la Inquisición y la persecución de todos los liberales, en sintonía con la Santa Alianza que se está estableciendo en Europa para el retorno del absolutismo. Esto influye en los movimientos democráticos que habían estallado años antes en Hispanoamérica como parte del proceso democrático y revolucionario que se había producido en España a partir de 1808, y que ahora veían que si no se independizaban volvían a la órbita de la monarquía más reaccionaria.
-En ese contexto Belgrano y Rivadavia viajan a Europa en busca de una negociación con Fernando VII pero al llegar a Brasil descubren que hay quienes están buscando instaurar un protectorado británico en el Río de la Plata…
-El concepto de la nacionalidad no estaba muy arraigado en aquellos hombres. Pensemos, por ejemplo, que casi todos eran hijos de españoles y se habían formado allí. Será Bartolomé Mitre, mucho tiempo después, quien en su trabajo sobre San Martín y Belgrano dirá que había un odio muy grande hacia España y dará a entender que la Revolución de Mayo perseguía el comercio libre. Pero esto no fue así, ya que la autorización a los ingleses para que se radicaran en Buenos Aires la había dado el Virrey Cisneros en 1809. Que a los ingleses les interesara el comercio libre no significaba que Belgrano, Moreno o Castelli tuvieran una concepción probritánica, como sí la tuvieron hombres como Rivadavia o el mismo Mitre.
“Hubo un aspecto central que fue la ruptura con la metrópoli, que ya con Fernando VII de nuevo en el poder quería recuperar sus colonias”
-Usted destaca el carácter democrático de la Revolución de Mayo, pero advierte que la separación de España se planteará recién en 1816.
-El 25 de mayo significó el reemplazo del Virrey por una Junta democrática y popular creada en la calle, en la Plaza de la Victoria, por hombres como French, Beruti y por supuesto por Moreno, Belgrano y Castelli. Fue una revolución muy importante, democrática, antiabsolutista, pero no antiespañola. Recién el 9 de julio se planteará la cuestión separatista.
-Cuando se produjo la convocatoria al Congreso en Tucumán, José Gervasio Artigas, líder de la Banda Oriental y del Litorial, convocó a discutir en asamblea el mandato que llevarían sus diputados ¿Qué representaba Artigas en ese momento?
-Artigas tenía una visión mucho más popular que la mayor parte de los hombres que irían a Tucumán. Ya en 1815 reúne el Congreso de Oriente con representantes de la Banda Oriental, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Misiones y declara la independencia. Tenía un programa agrario para distribuir tierras a los más desprotegidos; defendía los derechos indígenas, que en asambleas populares debían elegir a sus propios dirigentes; protegía a las manufacturas locales frente a la introducción de mercadería inglesa; y esgrimía una concepción bolivariana, ya que busca la unidad latinoamericana junto a Simón Bolivar.
“El 9 de julio de 1816 es el punto de partida de una independencia que ha sido, durante buena parte de nuestra historia, más formal que real”
-Pero finalmente Artigas decide no enviar delegados a Tucumán, ¿por qué?
-Buenos Aires ya había embromado a Artigas en 1813, cuando este manda representantes a la Asamblea de ese año y se los rechazan. Además, ya había lanzado en 1815 su propio Congreso en Concepción de Uruguay y se había convertido en Protector de los Pueblos Libres. Su posición era la de un caudillo nacional latinoamericano, mucho más popular que la de algunos de los integrantes del Congreso de Tucumán. Este proyecto sucumbirá tiempo después, cuando los directoriales de Buenos Aires se ponen de acuerdo con los portugueses para que entren en la Banda Oriental. Así, Artigas terminará luchando en dos frentes: contra los porteños en Entre Ríos y Santa Fé y contra los portugueses en la Banda Oriental.
-¿Por qué Belgrano propondrá una monaquía incaica?
-Cuando Belgrano plantea la monarquía incaica, que será apoyada por San Martín y por Güemes, no es que se haya vuelto monárquico. Considera que constituir una monarquía atemperada, donde el rey reina pero no gobierna, es la forma de lograr el reconocimiento de Europa, que está en plena reacción absolutista. Además, cree que de esa manera logrará el apoyo de los pueblos originarios, especialmente en el Alto Perú. Su posición tuvo un fuerte apoyo. Pero sale Tomás de Anchorena, representante de Buenos Aires, diciendo que no iba a aceptar que se nombre a un indio ‘patasucia’, “de la casta color chocolate, a un rey en ojotas”. Esto frustra la propuesta de Belgrano. Si bien se produce la independencia, no se acuerda una forma de organización nacional, que era el objetivo que tenían San Martín y Belgrano.
“Artigas tenía una visión mucho más popular que la mayor parte de los hombres que irían a Tucumán”
-¿La inclusión de los pueblos originarios buscaba dar una identidad a la Nación que estaba por venir?
-Le daba mayor fuerza y consolidaba la política independentista. Hay que ver que la mayor parte de lo que era el país en ese entonces no estaba controlado por los patriotas. Hacia el sur de Buenos Aires no controlaban nada, pero sí en el Norte, hasta el sur de lo que hoy es Bolivia. Pero ahí estaban los “cuicos”, como llamaban con desprecio a los representantes del Alto Perú los Anchorena y a sus amigos, que estaban empezando a consolidarse en sus estancias, en lo que después, con el reparto de las tierras arrebatadas a los indios, constituiría la oligarquía.
-¿Por qué fue Tucuman la sede del Congreso y no Buenos Aires?
-Creo que la fuerza de Belgrano, quien después va a tener el control del Ejército del Norte, y la actitud de San Martín, que ya era gobernador de Cuyo y tenía predicamento en las provincias, hacne que éstas puedan convocar el Congreso en Tucumán. Aún así dura poco. Después de declarada la independencia y frustrada la monarquía incaica consiguen trasladarlo a Buenos Aires. Cuando esto sucede termina con una Constitución, la de 1819, en la que para ser senador hay tener determinado patrimonio, creo que eran unos 10.000 pesos fuertes, algo totalmente aristocrático.
-Todos los diputados estuvieron de acuerdo en declarar la independencia, por lo que la discusión se trasladó a la forma de gobierno, que encerraba visiones diferentes sobre la organización nacional ¿El debate fue entre “monárquicos” y “republicanos”?
-Pasaba lo que pasa ahora con los que defienden a “la república”. Si escuchamos algunos de sus discursos resulta que son más reaccionarios y consevadores que nadie. En aquel momento la puja era entre una monarquía atemperada para logar el reconocimiento de la independencia, sostenida por Belgrano y San Martín, y el poder económico de Buenos Aires, que planteaba que las cosas siguieran como estaban en ese momento, con un Director Supremo que respondía a los intereses del Puerto. Alberdi dice que a partir de 1810 Buenos Aires se apropió de la Revolución de Mayo, despojando a los provincias de sus derechos, especialmente a través del control de la Aduana.
-¿Cómo se saldó la discusión sobre la forma de gobierno?
-Quedó diferida. Frente al planeo de Anchorena y al que hacen los representantes del Alto Perú, que tratan de defender el proyecto de Belgrano, no se consigue una mayoria y se resuelve que ese asunto va a quedar abierto. Al mismo tiempo se va acentuando la influencia de Artigas (salvo Córboda, las provincias que confluyeron en el Congreso de Oriente del año anterior no participan de Tucumán) y los directoriales de Buenos Aires no encuentran mejor solución que acordar con los portugueses para derrotarlo. Esto ocurre en 1919 y un año después se produce el levantamiento de los caudillos de las provincias, donde aparecen figuras como la de Facundo Quiroga. En tanto, en Buenos Aires se va a consolidar con la presencia de Martín Rodríguez, quien el 5 y 6 de abril de 1811 protagonizó el golpe antimorenista, y que tenía una concepción conservadora que va a generar la política rivadaviana a partir de 1820.
“La puja era entre una monarquía atemperada para logar el reconocimiento de la independencia, sostenida por Belgrano y San Martín, y el poder económico de Buenos Aires”
-¿Hubo ganadores y perdedores el 9 de julio?
-Hay un aspecto central que fue la ruptura con la metrópoli, que ya con Fernando VII de nuevo en el poder quería recuperar sus colonias. Es el punto de partida de una independencia que en la Argentina ha sido, durante buena parte de su historia, más formal que real. Ya con el gobierno de Rivadavia empieza la deuda externa, en 1824. Después Buenos Aires se separa de la Confederación y está a punto, con Mitre, de convertirse en un país independiente, después de 1852. Posteriormente se construyen los ferrocarriles en función de una economia complementaria de Inglaterra. Somos independientes pero Manuel Quintana, que es presidente en 1904, habia sido toda su vida abogado de los ferrocarriles y de los bancos ingleses. Contra todo esto va luchar el irigoyenismo primero y el peronismo después.
-¿Por qué no puedo avanzar la unión latinoamericana a la que aspiraban San Martín y Bolívar?
-Alberdi se da cuenta, cuando queda práticamente exiliado en Europa porque dice no temer “a las ideas de los Domingos Faustinos ni de los Batolomés” sino a su puñal, que lo interesante hubiera sido tener una perspectiva de Patria Grande a través de una monarquía atemperada. La politica imperial va a lograr que Bolivia se separe como país independiente en 1825, que Uruguay lo haga en 1828 y que Paraguay tome un curso propio, además de producirse el fracaso de la unidad peruano-boliviana y el desastre de (Francisco) Morazán y la Federación Centroamericana (1824-1839), que se convierte en varios países con el poder real en el poder imperial.
-¿Qué significa el 9 de julio hoy? ¿Cuál es su legado?
-Una ratificación de la soberanía argentina que debería aplicarse a una politica soberana y estatal. Por ejemplo sobre la hidrovía, para cortar la influencia de grandes monopolios extranjeros como Cargill. O para nacionalizar la economía. Reconozco que dicho así es un poco abstracto porque para eso hay que tener mucha fuerza. Uno no puede exigirle a un Frente Nacional, en condiciones de pandemia y con todos los problemas que tiene el actual gobierno, una política mejor que la que está haciendo, por ejemplo, en materia de salud, o recuperando posiciones latinoamericanistas como sucedió respecto a Evo Morales. Creo que hoy hay que ratificar la fuerza de quiernes declararon la independencia, aunque después la historia tuvo sus avatares, como sucede siempre. Esa es la lucha y en eso estamos.
Fuente: Télam