La nueva generación en el Argentina Open: un póker de apellidos para soñar en grande
¿Cuánto puede cambiar la vida de un deportista en un año y medio? “Yo estoy muy lejos todavía, no estoy pensando en Córdoba o Buenos Aires. A menos que reciba una invitación, me falta mucho en el ranking y no me tengo que concentrar mucho en eso. Voy paso a paso”, le decía Juan Manuel Cerúndolo a Ámbito en el Challenger porteño en 2019.
Tras la pandemia, el menor de la familia volvió con todo y en este 2021 se coronó en el Córdoba Open en el primer torneo ATP que disputó en su carrera. Sin dudas, se transformó en la nueva cara estelar del tenis argentino.
Sin embargo, el Argentina Open le dio visibilidad de élite a otros tres apellidos que ya se empiezan a ganar un lugar privilegiado en el tenis mundial. Francisco, hermano de Juan Manuel y que acaba de llegar a la final del certamen porteño, Thiago Tirante y Facundo Díaz Acosta.
La revolución Cerúndolo comenzó en los primeros días de competencia en el Polo Deportivo Kempes. A medida que avanzó en el torneo su brillo creció exponencialmente. Con el título y su demencial escalada en el ranking (pasó de ser 335° a 181°), se transformó en la gran figurita del tenis argentino.
“Juanma” se convirtió en el quinto jugador argentino más joven en ganar un torneo ATP, detrás de Guillermo Pérez Roldán, Horacio De La Peña, Alberto Mancini y Guillermo Coria. No obstante, lo que más enamoró fue su estilo de juego.
«Creo que soy más bien un contragolpeador, más táctico, me gusta usar la velocidad del otro; juego y distribuyo con la derecha. Con el revés soy más neutro y con el saque apuesto al porcentaje de primeros», desmenuzó Cerúndolo, de 19 años, tras ganar en la Docta.
La forma de jugar de “La Compu” hace honor a su apodo. Es cerebral, calcula cada tiro y construye los puntos golpe a golpe, sin necesidad de explotar en velocidad a su rival. Habrá quiénes piensen que es más parecido a un pensante ajedrecista que a un tenista. En La Catedral recibió una invitación por no poder jugar la qualy y cayó en el debut ante Federico Delbonis
Su hermano Francisco, de 22 años y 137 de la ATP, está en otro extremo del tenis. Arriesga mucho más, se para más adelante en la cancha y no ahorra en gritos o quejas cuando tiene que levantarse a sí mismo. El mayor de la familia, a diferencia del más pequeño, es diestro.
En Córdoba arrancó con un triunfo sobre el italiano Gianluca Mager y cayó en segunda ronda ante Federico Coria. Pero no se amilanó y en el Buenos Aires Lawn Tennis Club pasó por encima del propio Coria, Benoit Paire, Pablo Andújar y Albert Ramos para arribar a la final del Argentina Open, el cual ya disputó en otras dos ocasiones.
“Este año llegué mejor parado mentalmente, con más confianza en mí mismo, y en un nivel tan parejo como lo es ATP, es muy importante”, apuntó “Fran” sobre su evolución en los últimos meses.
“Cisco”, como lo apoda la banda de amigos que lo alentó a lo largo de toda la semana en Palermo, atravesó un cambio muy singular. Arrancó 2020 en el circuito ITF de futures, pasó a los Challengers (ganó tres títulos) y este año llegó a una cuarta definición en Concepción, donde perdió con Sebastián Báez, otro apellido de enorme futuro.
El mayor de los Cerúndolo no sabe esperar. Así como avanza sobre cada punto para “apurar el trámite” de cada partido, en su carrera es igual: va atrás de lo que quiere y lo cumple. No parece irle mal, ya que en esta temporada, entre ATP y Challengers, su récord es 10-3.
Facundo Díaz Acosta es una versión local de Rafael Nadal, a quien admira e intenta emular. Es representado por Tennium, la firma propietaria de la parada porteña del ATP. Esta fue segunda participación en el Argentina Open, y en ambas ocasiones recibió un wild card para el cuadro principal.
La figura de “Facu” emergió del circuito junior cuando en 2018 obtuvo la medalla de plata en el single de los Juegos de la Juventud en Buenos Aires y horas después logró el oro en dobles junto a Baez.
“Nadal es zurdo como yo, me gusta la forma en que juega, la consistencia física y mental. Trato de imitarlo en cómo está en todos los puntos, no se va nunca de partido. Gana muchos matchs sin jugar tan bien, los saca con corazón, esfuerzo”, le decía Díaz Acosta a este medio en 2019, cuando todavía veía en lo mental y espiritual algunas falencias para mejorar.
En esta edición, el oriundo de Vicente López debutó con derrota ante el mallorquín Jaume Munar. Por cada rincón del BALTC desplegó su sacrificio y voluntad, al igual que el año pasado, cuando también cayó en el estreno. El estilo de Díaz Acosta está más emparentado con la escuela española, marcada por la garra, actitud y empeño para potenciar el tenis propio. Vale la aclaración: esto no es sinónimo de falta de técnica, sino la capacidad que cada jugador explota como máxima virtud.
Thiago Tirante está en las antípodas de Díaz Acosta y de “Juanma” Cerúndolo, más cercano a Francisco. Es el prototipo del tenista moderno, un tirador compulsivo que juega “all in” en cada apuesta. Con una altura de 1.88m y sus 81 kilos, es dueño de un saque demoledor: en su derrota ante Domink Koepfer, el platense llegó a servir a 238 km/h, acaso uno de los más rápidos de la historia del Argentina Open.
A días de cumplir los 20 años, el ex número 1 del mundo junior ocupa el puesto 386 del ranking ATP. En 2020 dio el salto al nivel Challengers, circuito en el cual jugó la final de Lima (llegó desde la qualy) y perdió ante el colombiano Daniel Galán.
“Siento que mis golpes están en nivel. Trato de no errar puntos fáciles. Estoy ahí, no tengo ansiedad. Sí me enojo de más en los partidos, hablo mucho. Es mi forma de ser, soy impulsivo”, se sincera el mejor amigo de “La Compu”.
El Argentina Open puso sobre la mesa un póker de apellidos que invitan a soñar en el futuro. Cada uno con su estilo y temperamento, con títulos o finales, empiezan a asomar en la élite del tenis mundial. Sin prisa pero sin pausa, en Buenos Aires ya reclaman su lugar las nuevas estrellas.
Fuente: Ámbito