Allayme: «Trabajar para otras mujeres que sufren violencia es una de las razones que me sostienen»
Claudia Allayme es sobreviviente de un intento de femicidio y, en su rol de funcionaria del área de la Mujer en San Luis, trabaja en una zona rural al norte de esa provincia, donde crecen las denuncias por situaciones de violencia de género. Ocurre que las mujeres ahora se animan a denunciar y ella las acompaña aun en un contexto que no siempre facilita el proceso de reconstrucción de quienes son víctimas.
Claudia vivió hace trece años uno de los episodios más duros de su vida. Fue cuando Fernando Emmanuel Romero, su exesposo, intentó asesinarla prendiéndola fuego.
El resultado: la mitad de su cuerpo quemado, dos meses de internación en terapia intensiva, decenas de cirugías reconstructivas y las cicatrices que siguen presentes en su piel.
«Trabajar para otras mujeres que sufren violencia es una de las razones que me sostienen «Claudia Allayme, sobreviviente de un intento de femicidio
Frente a esas marcas, Claudia le cuenta a Télam que por mucho tiempo pensó en «borrarlas» con cirugías para mejorar su aspecto estético. Pero cada intervención significaba un desgaste físico y emocional, que la llevó a desistir y a «amigarse» -dice- con sus cicatrices. Acabó aceptando que son parte de su historia y que simbolizan un nuevo «renacer».
En ese renacer, surge una mujer que apostó a cambiar su vida tras haber recibido además ayuda psicológica y familiar. Como parte de ese proceso vital, se convirtió en referente en la lucha contra la violencia de género.
Así, Claudia asiste a mujeres que vivieron o están en situación de violencia en una localidad del norte puntano donde los casos aumentan año tras año. «Trabajar para otras mujeres que sufren violencia es una de las razones que me sostienen», dice.
Desde 2016, trabaja en la Secretaría puntana de la Mujer, Diversidad e Igualdad. Lo hace como referente del departamento Chacabuco, a 140 kilómetros de la capital provincial.
Su labor, junto al equipo de profesionales y consejeras, es gestionar, asesorar, acompañar e impartir campañas de prevención en varias localidades y parajes rurales de la zona.
»Nuestra tarea es muy importante, ya que es una zona rural delicada donde ocurren muchas situaciones de violencia de género, muy marcadas por la idiosincrasia que manejan los pueblo como el ‘no te metas’ o dudar del testimonio de mujeres que se animan hablar, por eso el trabajo se enfoca en modificar estas miradas», resalta.
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En el norte puntano, los casos de violencia de género van en aumento. De acuerdo a estadísticas oficiales de 2020, elaboradas por la Secretaría de la Mujer, el departamento Chacabuco, con una densidad poblacional de más de 20.000 habitantes, se ubica cuarto en los ingresos que reciben por año, después de los departamentos Pueyrredón, Pedernera y Junín, que concentran el 70 por ciento de la población de San Luis.
Frente a ese panorama, Claudia manifiesta que la lectura que hace sobre la situación es que las mujeres ahora se animan a denunciar a su agresor.
Y agrega: «Creo que las diferentes políticas de Estado que se van implementando tienen su efecto y más mujeres se animan a denunciar. Si comparo, cuando me sucedió a mí, a pesar de la violencia que mi agresor ejerció sobre mí, demoré varios meses en hacer la denuncia».
Además, destaca que también se apunta a la capacitación orientada a policías de la zona: «El saber preguntar, contener y generar seguridad son puntos claves que estos servidores públicos deben tener en cuenta al tomar la denuncia, para que ellas se sientan en un lugar seguro, y no se genere incertidumbre en las víctimas, lo que las hace desistir en denunciar», remarca.
Además de su tarea diaria, Claudia se enfoca en sus tres hijos, un varón de 19 y dos mujeres de 18 y 3 años, y desde hace dos años estudia Derecho.
«Mi vida también son mis hijos, desde que tomé el control de mi vida me propuse criar hijos que respeten al otro; con el varón que no ejerza la violencia de ningún tipo con nadie y a mis hijas que se hagan respetar y aprendan a defenderse», comparte.
Además, resalta que comenzar una carrera universitaria plantea un desafío, y es parte de la superación que día a día lleva a cabo en su vida.
«Mi hermano me dice que soy como el ave fénix que se levantó de las cenizas, me ha tocado ser la fuerte de la familia, de la propia y las ajenas, la que va al frente, se mueve y da esperanza. Pero sobre todo me gusta definirme como una mujer resiliente», finaliza Claudia.
Su agresor, Fernando Emmanuel Romero, en 2012 fue condenado a la pena de 12 años de prisión, pero desde mitad del 2020, al cumplirse 3/4 partes de la pena, se encuentra en libertad, con orden de restricción, y actualmente vive en la ciudad de San Luis.
Fuente: Telam