Syd Barrett, el fundador de Pink Floyd, cumpliría 75 años: los ácidos que consumieron su mente y la desconexión con el mundo

La escena es bien conocida y ocurrió en 1975. Pink Floyd ya era uno de los grupos más importantes del rock. Su anterior disco había sido un éxito descomunal. En el estudio de grabación trabajaban en una canción compleja, sofisticada, una de las piezas centrales de su próximo álbum. Un tema especial para Roger Waters, su compositor. Quería que fuera “una representación universal de mis sentimientos respecto a la ausencia de Syd”.

La fama había llegado hacia unos años. Con ella, el hastío por el acoso de los fans. Concentrados en su canción, no se dieron cuenta en qué momento ingresó ese ser extraño, inquietante, al control. Fornido, pelado, de movimientos maquinales y mirada vacía, el hombre aparentaba unos cincuenta años. Las manos en los bolsillos pero más que una pose parecía que se aferraba con fuerza a ese sobretodo pesado. No le importaba que fuera pleno verano y el calor agobiara.

Roger Waters le preguntó a Nick Mason quién era el visitante. Nadie lo conocía. Como abajo del abrigo se adivinaba un mameluco de trabajo, creyeron que era un empleado de mantenimiento del estudio, que no había resistido la tentación de conocer a sus héroes. Pero desecharon la idea muy rápido. Alguien sugirió que debía tratarse de un fan que logró filtrarse. David Gilmour se estaba levantando para pedir que lo retiraran cuando el hombre entró a la sala. Los músicos lo miraron con desconfianza y fastidio. Un segundo antes de que llegara la explosión, las lágrimas cubrieron los ojos de Waters.

Uno en uno, los miembros de Pink Floyd reconocieron al intruso y se dieron cuenta que no era tal. Syd Barrett había ido a visitarlos después de más de un lustro en el momento en que ellos grababan Shine On You Crazy Diamond, la canción escrita en homenaje a Syd Barrett.

Bastaron pocos minutos para que se dieran cuenta que las cosas no habían cambiado, que Syd no había mejorado. Barrett ofreció poner unas guitarras y con amabilidad le dijeron que ya estaban grabadas. Pasaron la canción decenas de veces, intentando corregir pequeños defectos, perfeccionándola. Cuando Roger Waters pidió al ingeniero que la volviera a poner, Barrett dijo: “¿Para qué? Si ya la escuchamos una vez”. Al final sus ex compañeros, sin hacer referencia a que la letra hablaba de él, le preguntaron qué le había parecido la canción: “Suena un poco vieja” sentenció Syd antes de desaparecer en la oscuridad.

Fue la última vez que estuvieron todos juntos.

Roger Keith Barrett nació en Cambridge el 6 de enero de 1946, hace 75 años. El apodo, el nombre por el que será recordado, lo adquirió en la adolescencia. Había en la ciudad un veterano bajista de jazz llamado Sid Barrett. Sus amigos, con cierta pereza, lo empezaron a llamar igual. Él cambio una letra, el suyo se escribiría Syd. Mientras estaba estudiando en el secundario su padre murió de cáncer. A partir de ese momento su afición a la música se transformó en una obsesión. Integró varios grupos hasta que se incorporó a una formación con unos compañeros del colegio. Ese grupo sería Pink Floyd.

Desde 1965 el grupo había encontrado la formación definitiva. Se había alejado Bob Klose, el quinto integrante (uno más de esa estirpe de los que quedaron fuera de los grandes bandas poco antes de su explosión, de la que Pete Best es el rey). Ahora eran el bajista Roger Waters, el baterista Nick Mason, el tecladista Richard Wright y el guitarrista y cantante Syd Barrett.

Eran Pink Floyd. El nombre lo había propuesta Barrett. Y lo había tomado de dos viejos músicos de blues que admiraba Pink Anderson y Floyd Council (también se llamaban así sus dos gatos). El nombre lo habían acortado del original The Pink Floyd Sound.

Roger Keith Barrett nació en Cambridge el 6 de enero de 1946, hace 75 años. El apodo, el nombre por el que será recordado, lo adquirió en la adolescencia Roger Keith Barrett nació en Cambridge el 6 de enero de 1946, hace 75 años. El apodo, el nombre por el que será recordado, lo adquirió en la adolescencia

 

Fuente: Infobae –

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