La detención del Teto Medina y el lado oculto de las «granjas» de rehabilitación: «Son centros clandestinos de detención»

La detención del presentador de televisión Marcelo «Teto» Medina junto a otras 16 personas por los delitos de reducción a la servidumbre y abandono de persona por su rol en la la institución La razón de vivir puso el foco una vez más sobre el rol de las comunidades terapéuticas, popularmente como granjas de rehabilitación, en el tratamiento de personas con adicciones a drogas.

Hasta el momento, Medina y el resto de los integrantes de la organización son investigados bajo la calificación penal de «reducción a la servidumbre, trabajos forzados, asociación ilícita, usurpación de autoridad y título e incumplimiento de los deberes de funcionario público». En la investigación, el Juzgado de Garantías N°8 de Florencio Varela, a cargo de Adrián Villagra, verificó que La razón de vivir no tiene autorización para funcionar como una comunidad.

Cómo funcionan las granjas de rehabilitación

Pablo Galfre, periodista y autor de La comunidad, viaje al abismo de una granja de rehabilitación (Editorial Sudestada, 2017), asegura a Página/12 que, en muchos casos, hablar de “centros de rehabilitación” es “subirles el precio”, y afirma que aquellas instituciones que funcionan de forma ilegal son más bien “centros clandestinos de detención”.

El especialista explica que la mayoría de este tipo de comunidades funcionan a puertas cerradas, es decir que los internados no pueden salir. Además, la internación se da muchas veces en contra de su voluntad, y pedido de familiares o conocidos de las personas adictas.

En este caso en particular, La razón de vivir se presentaba como una “comunidad a puertas abiertas”, donde cada persona podía entrar y salir cuando quisiera. “Dicen que no es un lugar a puertas cerradas, pero que los pibes no se van”, señala Galfre sobre este punto en particular.

La detención del presentador de televisión Marcelo «Teto» Medina junto a otras 16 personas por los delitos de reducción a la servidumbre y abandono de persona por su rol en la la institución La razón de vivir puso el foco una vez más sobre el rol de las comunidades terapéuticas, popularmente como granjas de rehabilitación, en el tratamiento de personas con adicciones a drogas.

Hasta el momento, Medina y el resto de los integrantes de la organización son investigados bajo la calificación penal de «reducción a la servidumbre, trabajos forzados, asociación ilícita, usurpación de autoridad y título e incumplimiento de los deberes de funcionario público». En la investigación, el Juzgado de Garantías N°8 de Florencio Varela, a cargo de Adrián Villagra, verificó que La razón de vivir no tiene autorización para funcionar como una comunidad.

Cómo funcionan las granjas de rehabilitación

Pablo Galfre, periodista y autor de La comunidad, viaje al abismo de una granja de rehabilitación (Editorial Sudestada, 2017), asegura a Página/12 que, en muchos casos, hablar de “centros de rehabilitación” es “subirles el precio”, y afirma que aquellas instituciones que funcionan de forma ilegal son más bien “centros clandestinos de detención”.

El especialista explica que la mayoría de este tipo de comunidades funcionan a puertas cerradas, es decir que los internados no pueden salir. Además, la internación se da muchas veces en contra de su voluntad, y pedido de familiares o conocidos de las personas adictas.

En este caso en particular, La razón de vivir se presentaba como una “comunidad a puertas abiertas”, donde cada persona podía entrar y salir cuando quisiera. “Dicen que no es un lugar a puertas cerradas, pero que los pibes no se van”, señala Galfre sobre este punto en particular.

El orígen de las comunidades

La prestigiosa psicóloga, titular de la cátedra de Salud Pública y Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires Alicia Stolkiner explica que el orígen de estas comunidades terapéuticas estuvo ligado al proceso de penalización del consumo. “Detenían a un muchacho porque le encontraban marihuana y el juez podía mandarlo preso o a rehabilitación. Eran internaciones compulsivas. A las instituciones les pagaban por cada internado”, relata, consultada por Página/12.

La detención del presentador de televisión Marcelo «Teto» Medina junto a otras 16 personas por los delitos de reducción a la servidumbre y abandono de persona por su rol en la la institución La razón de vivir puso el foco una vez más sobre el rol de las comunidades terapéuticas, popularmente como granjas de rehabilitación, en el tratamiento de personas con adicciones a drogas.

Hasta el momento, Medina y el resto de los integrantes de la organización son investigados bajo la calificación penal de «reducción a la servidumbre, trabajos forzados, asociación ilícita, usurpación de autoridad y título e incumplimiento de los deberes de funcionario público». En la investigación, el Juzgado de Garantías N°8 de Florencio Varela, a cargo de Adrián Villagra, verificó que La razón de vivir no tiene autorización para funcionar como una comunidad

Cómo funcionan las granjas de rehabilitación

Pablo Galfre, periodista y autor de La comunidad, viaje al abismo de una granja de rehabilitación (Editorial Sudestada, 2017), asegura a Página/12 que, en muchos casos, hablar de “centros de rehabilitación” es “subirles el precio”, y afirma que aquellas instituciones que funcionan de forma ilegal son más bien “centros clandestinos de detención”.

El especialista explica que la mayoría de este tipo de comunidades funcionan a puertas cerradas, es decir que los internados no pueden salir. Además, la internación se da muchas veces en contra de su voluntad, y pedido de familiares o conocidos de las personas adictas.

En este caso en particular, La razón de vivir se presentaba como una “comunidad a puertas abiertas”, donde cada persona podía entrar y salir cuando quisiera. “Dicen que no es un lugar a puertas cerradas, pero que los pibes no se van”, señala Galfre sobre este punto en particular.

El orígen de las comunidades

La prestigiosa psicóloga, titular de la cátedra de Salud Pública y Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires Alicia Stolkiner explica que el orígen de estas comunidades terapéuticas estuvo ligado al proceso de penalización del consumo. “Detenían a un muchacho porque le encontraban marihuana y el juez podía mandarlo preso o a rehabilitación. Eran internaciones compulsivas. A las instituciones les pagaban por cada internado”, relata, consultada por Página/12.

¿Todas las granjas operan de forma ilegal?

Es importante remarcar que no todas las comunidades de rehabilitación actúan de forma ilegal. Sin embargo, en este caso en particular, La razón de vivir no estaba inscripta en la Federación de Organizaciones no Gubernamentales de la Argentina para la Prevención y el Tratamiento de Abuso de Drogas (Fonga).

El exdiputado nacional y autor de la Ley nacional de Salud Mental, Leonardo Gorbacz, suma que esta normativa “promueve la integración del tratamiento de las adicciones al sistema de salud, para que los centros de atención primaria y los hospitales ofrezcan tratamientos e incluso internación”.

Sin embargo, aclara que “respecto de los dispositivos existentes, incluyendo las granjas o comunidades terapéuticas, se propone que, hasta que la integración del sistema se logre, se adecúen progresivamente a la ley de salud mental». «Esto implica que puedan contar con equipos interdisciplinarios, que se trabaje con otras instituciones a fin de lograr la inclusión social en el menor tiempo posible, entre otras variables”, remarca

Fuente: Pagina 12

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